A pesar de que no soy la persona más friki del mundo, el otro día vi en la tele una escena de El Señor de los Anillos en la que Gandalf le decía a sus compañeros: “Corred insensatos”. Y a la cabeza me vino esa frase poco después, justo cuando observaba preparar un gin tonic en un lugar que no mencionaré.
“Corred, insensatos”, quise gritar al presenciar como, uno a uno, iban cometiendo los errores más típicos; esos que son capaces de cargarse el combinado y, por lo tanto, nuestro placer al degustarlo. Y os preguntaréis, ¿cuáles son dichos errores? Tranquilos, pues os los resumiré en los siguientes puntos.
Errores al preparar un gin tonic
1. Too much gin. Sabemos que nos encanta la ginebra (si no, no pediríamos un gin tonic), pero pasarnos con la cantidad que echamos puede hacer que todo se vaya al traste. No debe pasar de 5 o 7 cl., es decir, de un vaso de chupito. Si ponemos más, el sabor deja de ser tan agradable.
2. Hielos pequeños que se derritan rápido. Si es importante que el gin tonic no sepa demasiado a alcohol, no lo es menos impedir que se agüe y pierda sabor. Y eso es lo que ocurre si no utilizamos hielos gordos (si es posible, comprados).
3. ¿Un vaso de tubo? ¡Apártalo de mi vista! Solo con una copa o, en su defecto, un vaso ancho, se nos va a hacer la boca agua; primero viéndolo y después captando su aroma. De ese modo, el sabor se potenciará y los disfrutaremos a tope.
4. Echar la tónica «a lo loco”. Sí, amigos, no hay que tirarla bruscamente sobre la ginebra, sino que hay que cuidar su gas para que la mezcla sea perfecta. Así no tendremos que estar removiendo a loco.
5. No utilizar Emma Premium Gin. ¿Es que acaso hay ginebras de sabores más ricas que las ginebras de fresa, lima y naranja de Emma? La respuesta es NO. Por eso, sería un error no disfrutar de la dulzura de Emma Strawberry Gin, la acidez de Emma Lime Gin y la frescura de Emma Orange Gin.
¡Hola a todos! ¿Qué tal? Yo súper feliz porque está en Madrid el World Pride 2017 y estamos todos los amigos en la capital. Ya sabéis lo que dice el eslogan que decora la ciudad: “Ames a quién ames, Madrid te quiere”. Por eso, todos mis amigos, sean gays, lesbianas, hetero, trans, bi… han querido venirse de fiesta a la capital… ¡Qué está llena de colores!
Lo guay es que –como ya sabéis- siempre tengo botellas de Emma Premium Gin en mi apartamento, y como son de colores… ¡Pegan un montón con el momento! Las copas de antes de salir las estamos haciendo en mi casa y todos haciéndose fotos “orgullosos” con las botellas, porque además Emma Premium Gin también ha lanzado su apoyo al colectivo LGTBI+ en sus redes sociales. ¿Ya les seguís verdad?
Lo cierto es que a mí los colores de la bandera me encantan, pero también lo que significan estas fiestas. No son solo una celebración por los derechos conseguidos, también un recordatorio por los que quedan por lograr. Además, obviamente, son unas de las mejores fiestas de Madrid, en las que no importa cuál sea tu identidad o condición sexual… ¡Todos lo pasamos fenomenal!
¿Os cuento una curiosidad sobre los colores de la bandera del Orgullo? Fue creada por Gilbert Baker en 1978 y cada color tiene un significado. El rosa representa el sexo, el rojo la vida, el naranja la curación, el amarillo la luz del sol, el verde la naturaleza, el azul el arte, el celeste la armonía y por último el violeta, el espíritu humano.
¿Qué os parece? ¿Vosotros habéis ido al World Pride 2017? Y vuestras botellas de Emma Premium Gin, ¿triunfan tanto como las mías?
¡Un beso a todos!
¡Hola de nuevo! ¿Qué tal? Yo muy feliz porque por fin llegó el verano.
Para mí es la mejor estación del año, y no, no por el calor horripilante que tenemos estos días. Me encanta porque es sinónimo de vacaciones y eso me hace muy feliz. Por fin puedo estar con mi familia, mis amigos, conocer lugares nuevos y volver a los que me recuerdan a mi niñez.
Ya tengo planeadas mis vacaciones aunque también habrá sorpresas, como todos los veranos. ¿Vosotros? ¿Sois de planear las vacaciones o vivirlas según vayan surgiendo? Lo cierto es que a mí me gusta mezclar ambas cosas, aunque me encantan las aventuras de última hora, también disfruto con los viajes programados y cerrados con antelación. Eso sí, este año a ninguno le faltará una cosa: mis ginebras favoritas de Emma Premium Gin.
Vaya donde vaya: la costa, la montaña, la ciudad… No faltarán en mi maleta los tres sabores (fresa, naranja y lima) de Emma. A mis amigos ya les encanta pero además, si conozco gente nueva, es genial poder invitarles a una copa con tu nombre.
Yo os recomiendo que si vais de viaje llevéis vuestra bebida favorita en la maleta, porque las noches de verano son muuuuuy largas… O también –como ya os he contado otras veces- podéis acercaros a El Corte Inglés más cercano en la ciudad española que estéis y comprar vuestras botellas de Emma Premium Gin.
Os cuento mis planes del verano, esperando a que vosotros me contéis en los comentarios los vuestros… ¡Si los tenéis, claro!
Primero me vuelvo a mi pueblo, a disfrutar de la familia y de mis amigos de la infancia. Obviamente me llevaré mis botellas de Emma Premium Gin en la maleta, me encanta compartir las noches de verano con los míos y junto a una copa de gin tonic, recordando viejos momentos.
Después de pasar unos días en “mi casa”, me voy con mis compañeras de trabajo (y amigas) a Ibiza. ¡Sí! ¡Es la primera vez que voy! ¡Estoy emocionada! Sé que lo daré todo en las discotecas de la isla, pero también quiero disfrutar de las mañanas en esas calas maravillosas que he visto en Google. Mis amigas y yo ya nos llevamos un cargamento de Emma Premium Gin, porque antes de salir siempre nos gusta tomar la primera en casa, y ¡qué mejor que con nuestra ginebra favorita!
Por último, tengo planeado ir a un par de festivales. ¡Me encanta la música! Aunque todavía no tengo nada definido, esos serán mis planes “sorpresa” aunque hay una cosa que no faltará tampoco en estos viajes. ¿Adivináis qué es?
¿Y vosotros? ¿Qué planes tenéis para este verano?
El otro día quería disfrutar de una bonita velada con mis mejores amigos, y aunque es tiempo para salir de terraceo, me apetecía invitarlos a casa y prepararles el gin tonic perfecto. Además, así podía mostrar mis conocimientos sobre los mejores aperitivos para maridar las diferentes ginebras.
Emma, ¿cómo preparas el gin tonic perfecto?
Esa es la pregunta que me hicieron todos cuando se lo propuse; a fin de cuentas se están convirtiendo en auténticos gin lovers y cada vez es más complicado sorprenderlos. Afortunadamente, conozco los pasos para hacerlo y todos terminaron más que satisfechos. ¿Que cuáles son esos pasos? Os los cuento.
Lo primero es escoger una buena copa ancha, tipo balón, nada de vasos de tubo, pues no disfrutamos de todos los aromas y además calentamos el gin tonic con nuestra mano. En los garitos los suelen utilizar porque se guardan y lavan con mucha facilidad, pero cada vez son más los clientes que piden un “recipiente” como es debido.
En segundo lugar, ese día bajé a por una bolsa de hielos, ya que el que se hace en casa se deshace con rapidez y la copa se “agua” en pocos minutos, perdiendo toda la esencia.
Las ginebras
Y llegó el momento de elegir la ginebra. Como conozco bien los paladares de mis amigos, me acerqué a El Corte Inglés y compré las tres modalidades de Emma Premium Gin: la refrescante Lime Gin, la elegante Orange Gin y la suave y dulce Strawberry Gin; diferentes perfiles para que los invitados tuvieran diversas posibilidades y pasaran la mejor velada. ¡Que soy una excelente anfitriona!
Así que tenía las copas de balón, el hielo y las ginebras. ¿Cuánta hay que echar para el gin tonic perfecto? Pues no hay que ser ansiosos, demasiada cantidad aumentará el sabor a alcohol y puede estar demasiado fuerte. Lo mejor es que para cada botellín de 20 cl de tónica, le pongamos unos 5 cl de ginebra (un vaso de chupito).
Las tónicas
Respecto a las tónicas, ahora hay muchas variedades en el mercado. Si queremos dotar de mayor importancia al aroma de la ginebra, lo mejor será utilizar alguna modalidad que no sea demasiado aromatizada. Aunque también podemos optar por las que sí lo son para fortalecer aún más el tono afrutado de las Emma Premium Gin. Yo no me compliqué; al servir mis gin tonics perfectos preguntaba a mis amigos qué opción preferían. Ah, recuerda que la tónica debe estar fría, así que métela en el frigo bastante tiempo antes de la quedada.
¿Estás esperando el momento de la cuchara mezcladora? Mis colegas también. Sí, tengo una y no es una bobada; con ella la mezcla es más sencilla y no te cargas las burbujas cuando te pones a remover después. Eso sí, en caso de que no tengas, puedes dejar caer la ginebra sobre los hielos lentamente.
Los botánicos
Y llega el toque final: cuando iba a aromatizarlo, tampoco me crecí echándole demasiada parafernalia al combinado. Alguna fresa para Emma Strawberry, cáscara de lima para Emma Lime y cáscara de naranja para Emma Orange. Los botánicos (que es como se llama esto que le echamos) deben aportar sabor, no matarlo, ni esconderlo.
Y así, amigos míos, el gin tonic perfecto hizo posible la velada perfecta.
No hace falta deciros a estas alturas que soy una gin lover. Así que, como amante de la ginebra no solo he viajado por Europa buscando sus orígenes, sino que el otro día me apunté a una actividad que me ha venido muy bien: me enseñaron cómo maridar diferentes tipos de gin tonic, es decir, qué aperitivos casan mejor para cada ocasión. Y como imagino que deseáis saber lo que me contaron, aquí os hago un resumen.
Para un gin tonic con Lime Gin
El refrescante sabor de la ginebra de lima con tónica puede contrarrestarse con el toque ligeramente dulce y suave de las nueces de macadamia, que como sabéis, le aportan un toque gourmet al momento gin tonic que os va a encantar. Eso sí, si preferís un toque más salado que contraste con el dulzor de la lima, siempre está bien optar por snacks de queso.
Para un gin tonic con Orange Gin
La ginebra con sabor a naranja destaca por una elegancia y brillantez muy especial al paladar, de ahí que pueda combinarse con sabores muy dulces o salados. Entre los primeros, destacan las onzas de chocolate negro. Ya sabéis que la naranja y el cacao forman una pareja perfecta. Y si optáis por algo salado, hay varias opciones de frutos secos, pero para mí los anacardos son los mejores.
Para un gin tonic con Strawberry Gin
Y vamos con una de las favoritas de la gente: la suave y dulce ginebra de fresa, a cuyos gin tonics le van perfectos los frutos rojos. Vale, eso seguramente lo habéis visto muy obvio, pero ¿qué os parece acompañarla con chips de frutas deshidratadas? Están deliciosas.
Quizás estés pensando que falta un aperitivo con el que os hacen los ojos chiribitas, aunque no queráis reconocerlo: las gominolas o chuches. Pero es que van bien con todas las ginebras de sabores. E incluso para los más golosos pueden combinar también con un gin-tonic tradicional.
Para un gin tonic con ginebra tradicional
Y hablando de gin tonics “tradicionales”, pues lo más habitual es acompañarlos con frutos secos o aperitivos salados. Y aquí podemos ir desde las típicas patatas fritas hasta las chips de yuca, cuyo sabor es más suave.
Y aunque no os lo vaya a contar hoy, os quiero adelantar que se están empezando a maridar los gin tonics con comida. Esto quiere decir que te podrás zampar una hamburguesa o un buen pescado acompañados por una copa sin que nadie te diga que no es momento. Pero eso para otro día 😉
¡Hola, hola! ¡Estoy de vuelta! ¿Me echabais de menos? Espero que sí y que os preguntarais “¿dónde estará Emma, que nos tiene abandonaditos?”. La respuesta es muy sencilla (os voy a dar envidia): estaba de viaje. ¡Es una de las cosas que más me gustan! ¿Que dónde? Haciendo mi propia Ruta de la Ginebra. Sí, sí, tranquilos porque os la voy a resumir ahora mismo. A ver si os puedo servir de inspiración. El caso es que cogí la maleta y me fui a visitar los lugares donde nació y se popularizó la ginebra. Y ya que estaba y me sobraba tiempo, me acerqué a donde se inventó el gin tonic.
En Vespa por el Sur de Italia
Mi primera parada fue el Sur de Italia. Sí, ya sé que la ginebra viene de Holanda, pero es que ya en el siglo XII los monjes italianos destilaban bayas de enebro (la palabra ginebra, como sabéis, viene de enebro) para combatir la peste bubónica. ¿Y por qué? Pues porque tienen cualidades que favorecen la circulación de la sangre. Así que para allá que me encaminé. Elegí Sorrento no porque supiera que encontraría vestigios de ginebras, sino porque había monasterios y, sobre todo, una costa bellísima. Sí, amigos, la Costa Amalfitana es una maravilla. Así que, aprovechando que estaba por la zona, me alquilé una Vespa y me acerqué a la increíble villa de Positano, donde aproveché para tomarme un buen gin-tonic mientras atardecía. De verdad, cuando podáis, coged un avión y visitadla… ¡Qué pasada!
Enamorada de Holanda
La segunda parada me llevó a Holanda. No os quiero mentir, pero tengo predilección por los Países Bajos. Así que me hacen los ojos chiribitas al hablar de aquella zona. En primer lugar fui a Schiedmam, cerquita de Róterdam, ya que allí empezó a fabricar ginebra el empresario Lucas Bols hacia el año 1575. Eso sí, el primero en inventar la bebida fue un misterioso médico 25 años antes (¡otra vez como medicina!).
En Schiedmam alquilé un coche para dirigirme a Ámsterdam, el siguiente destino de mi Ruta de la Ginebra; aunque he de reconocer que antes de llegar me deleité con el encanto de Delft, los jardines de La Haya y los tulipanes de Leiden. ¿Y de Ámsterdam qué deciros? Que una vez más me sedujeron sus canales, sus gentes abiertas de mente y los paseos en bicicleta que me di cada tarde pensando en las historias que guardaban sus calles más antiguas.
Los encantos de Londres me atrapan
La tercera y penúltima parada fue el Reino Unido. ¿A que no sabéis por qué los ingleses se interesaron por la ginebra? Os lo cuento: durante una de esas guerras que tuvieron lugar en la Edad Moderna (en esta ocasión llamada de los 30 años), los ingleses y los holandeses eran aliados. Total, que los primeros observaron que sus colegas bebían algo que les ponía tan a tono que perdían el miedo. Y claro, no tardaron en copiar el hábito. Eso hizo que la ginebra se popularizara en Inglaterra hasta límites insospechados (que ya os contaré otro día).
El caso es que por tierras de la Gran Bretaña aproveché para visitar Plymouth, donde hay ginebras con denominación de origen, y claro está, Londres. En Plymouth pude pasear por su costa y relajarme con la brisa marina, pensando en la cantidad de barcos que salieron de su puerto hacia el Nuevo Mundo. No obstante, tanta relajación no es para alguien como yo. Así cogí el tren y me dirigí a la capital, al origen de la london gin.
En Londres me demoré bastante tiempo. No tenía otro remedio pues quería empaparme de lo que la metrópoli te ofrece: diversidad, colores y sabores de todas las partes del mundo, monumentalidad en cada uno de sus rincones… Caminar por sus barrios te hace sentir que debes estar allí en ese preciso instante y no en ningún otro lugar. Y, claro está, finalizar esos paseos en sus pubs tradicionales es el mejor broche.
Un gin tonic en el corazón de Europa
Y la parada final de mi Ruta de la Ginebra fue Suiza. ¿Por qué? Porque en Ginebra (curioso que fuera precisamente en esa ciudad) un joyero de origen alemán llamado Johann Jacon Schweppe le metió gas al agua envasada en botellas. Eso fue el preludio de la tónica que, a la postre, fue el mejor complemento para la ginebra: el gin tonic.
Además de patearme Ginebra de cabo a rabo, decidí rodear el Lago Lemán, pasando por Lausana, y sentir el poder de la naturaleza. Porque sí, Suiza es una postal hecha país (pena que todo sea tan caro).
Y ese fue el fin de mi Ruta de la Ginebra, queridos amigos. Cuando queráis os cuento más detalles sobre cada lugar, pero ahora va siendo hora de dejaros, que me están esperando para irme de after work.
¡Besos!